Señor Director:
Mientras más se acercan las elecciones, más se escuchan las promesas de los candidatos, en especial para alcaldes y gobernadores.
Las mismas palabras, las mismas arengas, los mismos ofrecimientos, elección tras elección, o sea, nada nuevo bajo el Sol, porque el problema no es que prometan y prometan, lo que ocurre es que la experiencia de años dice que el porcentaje de cumplimiento de estas mentadas “promesas electorales” es bajísimo, y el electorado no tiene ningún respaldo legal para exigir que se cumplan, es decir, todo queda en el limbo.
Si a lo anterior se suma que los electores tienen muy mala memoria y no analizan en detalle a los candidatos antes de votarlos.
Una solución para colocarle freno, y no terminar alucinado con la tan exuberante imaginación y proliferación desmedida de promesas de los candidatos y de sus equipos de campaña, sería la obligación de cada candidato de respaldar con sus patrimonios personales, familiares o grupales, todos sus “ofertones electorales” y que nos pongamos serios de una vez, para que los candidatos la piensen no solo una, ni dos, ni tres veces antes de ofrecer sus “soluciones mágicas” a los electores, o sea, en resumidas cuentas, no a los nefastos populistas, oportunistas de siempre.
Luis Enrique Soler Milla