El fuerte impacto que ha tenido en los ingresos de la población de Ñuble el escenario de alto desempleo y elevada inflación en que nos encontramos -y que persistirá al menos por un año- ha reabierto el debate sobre la porfiada incapacidad que parece tener Ñuble para superar la pobreza, como también del fracaso de sucesivas políticas públicas de signo político distinto.
En la década del 90, por ejemplo, se creyó que la inversión y el crecimiento, provenientes de reformas económicas, alcanzarían también a los sectores más vulnerables. Sin embargo, esa opción del chorreo no funcionó; crecieron la pobreza y el desempleo, mientras que 15 años después el foco pasó al asistencialismo, por la vía de los subsidios. A continuación, en los 15 años siguientes, en las dos administraciones de Bachelet y Piñera, se otorgaron subsidios como nunca antes en la historia de Chile y aun así no se logró alterar el núcleo duro de pobreza estructural con que nació la región.
[bg_collapse view=”button-orange” color=”#4a4949″ expand_text=”Leer más” collapse_text=”Menos” inline_css=”width: 100%” ]Desde ya, sabemos que a Ñuble no le alcanza con crecimiento e inversión para dar suficientes capacidades y protagonismo a los sectores más excluidos: el chorreo jamás ha llegado a tiempo y nunca es suficiente.
Por eso, es fundamental que, al mismo tiempo, el Estado se dedique a promover oportunidades garantizando el acceso a bienes públicos de calidad, priorizando la inversión en educación, salud, transporte e innovación.
El asistencialismo direccionado es necesario para las personas en situación de pobreza, especialmente en las condiciones actuales de Ñuble, cuyos indicadores de ingresos y calidad de vida se mantienen porfiadamente bajos durante décadas. Nadie pone eso en duda. Pero también hay mucho por mejorar.
Concebir la política en su totalidad como social enseña que tampoco alcanza con la combinación de un marco macroeconómico estable, igualar oportunidades a través de inversiones públicas y el asistencialismo. No es suficiente para realizar una de las promesas básicas del ideal democrático: la idea de igualdad, la idea de que el lugar de nacimiento no sea determinante para las futuras condiciones de vida de la persona.
Por eso, hacen falta intervenciones sociales rupturistas y contundentes a favor de las personas en mayor situación de vulnerabilidad, para marcar un antes y un después en sus vidas y sus entornos. En el caso de Ñuble, el gran desafío es la descentralización intrarregional, que exista una real convicción de sus autoridades políticas, empresarios y la sociedad civil, en general, en el desarrollo armónico del territorio, traducido en planes y acciones que fomenten la formación de capital humano calificado, el crecimiento de la pequeña y mediana empresa local y, sobre todo, que respondan a las necesidades de la realidad económica de cada una de las 21 comunas.
El desempleo es sinónimo de pobreza y falta de oportunidades, y crece cuando la economía no es dinámica y no es capaz de absorber el aumento de la fuerza laboral, como nos mostró el último informe de empleo regional del INE que situó a la tasa de desempleo en 9,2% para el trimestre julio-septiembre, muy por encima del promedio nacional de 8%, y confirmó que la principal debilidad de nuestra economía sigue siendo su escasa diversificación productiva y altísima dependencia de unos pocos sectores económicos.
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