Señor Director:
La noche del 11 de noviembre falleció en Chillán, Elizabeth González Jenkins. Una mujer y maestra excepcional que hizo suyos los versos de Gabriela Mistral, quien en su “Oración a la Maestra rogó a Dios diciendo: “Dame el ser más madre que las madres, para poder amar y defender como ellas lo que no es carne de mis carnes”.
Corría el año 1968 y llegó al Instituto Santa María una joven y alegre profesora para asumir por primera vez la jefatura de un curso y hacerse cargo de un grupo de adolescentes a las que no les llevaba muchos años.
Desde esa posición se fue ganando nuestra confianza y nuestro afecto. Elizabeth nos entregó no sólo sus conocimientos, también nos orientó y nos proporcionó invaluables consejos que perduran hasta hoy.
Para ella cada una de nosotras fue especial y así nos lo hizo sentir. Por eso no fue extraño que cuando gracias a la tecnología pudimos reencontrarnos en un “chat” de nuestro curso al que de inmediato se sumó y desde allí participó activamente, al igual que en nuestros encuentros presenciales, siempre aportando la palabra justa, el consuelo cuando fue necesario o celebrando los pequeños o grandes éxitos de cada una de sus “niñas” como solía decirnos, aunque como ya ha pasado más de medio siglo, seamos todas mujeres mayores con nietos e incluso bisnietos al igual que ella.
La modestia, a pesar de su importante trayectoria como docente; la generosidad sin límites de la que todas nos beneficiamos y procurar no ser una preocupación para nadie la llevaron a callar sus padecimientos del último tiempo, prefiriendo siempre contarnos lo feliz y orgullosa que se sentía de su familia y con su optimismo contagioso entregarnos cada día un mensaje de amor y un gracias a la vida.
Una vida plena que para nuestra tristeza ha llegado a su fin pero que nos ha dejado su ejemplo como el mejor legado. Gracias Elizabeth querida.
María Soledad de la Cerda