Señor Director:
La despedida de Angela Merkel marca un nuevo ciclo para Alemania y la Unión Europea. Tras 16 años ininterrumpidos, en los cuales no perdió ninguna elección, Merkel deja una Alemania con menos desempleo, libre de energía nuclear (aunque con altos costos de energía), y estable socioeconómicamente.
En Chile, en un año marcado por expectativas elevadas y una ciudadanía crecientemente crítica de las soluciones institucionalizadas (léase Convención Constitucional), el ejemplo de Merkel permite tomar lecciones.
Su estilo de gobernar cauto, sobrio, extremadamente informado y libre de teatralidad choca con nuestra política espectacularizada, a ratos mesiánica, de espalda a la técnica y fiscalmente irresponsable. Merkel es una política que asumió un país con bajo crecimiento y lo entregará a un sucesor en mejores condiciones, aunque ciertamente con múltiples desafíos pendientes.
Es eso lo que el Chile actual requiere: conductas responsables que sean capaces de sublimar y canalizar las pasiones destructivas, y políticas sensatas que busquen continuamente el centro político.
Camilo Barría-Rodríguez