El mayor acceso a tecnología y, en el último tiempo, las restricciones impuestas por la pandemia han generado un importante aumento del uso de medios de pago electrónicos como tarjetas de crédito y débito.
Aunque es notorio el avance, quedan desafíos pendientes. Entre ellos, la mejora en la accesibilidad es uno de los más relevantes para tener igualdad de oportunidades, y esto se debe dar por el lado de la oferta y de la demanda. El acceso a las tarjetas de plástico, que en sus inicios existía sólo para los sectores más acomodados, hoy se ha masificado pues no sólo se asocia a cuentas premium, sino que también pueden acceder personas con menor poder adquisitivo. Este mayor acceso se logra, en parte, gracias a cuentas vista donde los empleadores depositan las remuneraciones de sus trabajadores. No obstante, la accesibilidad también se tiene que dar en la oferta, con empresas y proveedores que entreguen a sus clientes la opción de comprar por internet de forma confiable y segura.
En este aspecto, es necesario que los pequeños empresarios tengan igualdad de acceso a los sistemas de pago electrónicos. A diferencia de la época en que existía un solo proveedor (Transbank), ahora hay mayor oferta de dispositivos, lo que ha permitido también disminuir los costos de acceso a estos sistemas, tanto fijos como variables.
Por último, la seguridad ha sido un tema clave en cuanto a que los consumidores confíen en estos medios de pago, y para ello la banca ha tenido que invertir en sistemas que entreguen garantía en las transacciones para evitar fraudes y promover su uso. Esto va acompañado de alfabetización en la utilización de los medios electrónicos para que no sea un sistema enfocado sólo en los jóvenes que, por ser nativos digitales, tienen mayor facilidad en usarlos, sino que también les sean útiles a personas de mayor edad.
Karin Bravo Fray
Directora Postgrados USS