“Los jugadores van a agachar la cabeza solo cuando sea para recibir las medallas de campeón, nunca antes”.
La frase la patentó el año pasado el sicólogo deportivo de Ñublense, Alexi Ponce, quien no se equivocó, pues los “diablos rojos”, tras batallar todo el 2020, en plena pandemia y superando casos de coronavirus en el plantel, logró levantar la copa de campeón y ascender a Primera A.
El presente del equipo de Jaime García sigue siendo auspicioso. Al cabo de las primeras 10 fechas, marcha tercero, con opción de meterse a una copa internacional, disputar el liderato y sacando aplausos por su juego, marcado por la intensidad, velocidad, dinámica y garra.
Pero también, de un sorprendente espíritu de lucha que no decae en cada partido a pesar de los golpes.
Esa fortaleza mental, que ha ido madurando el plantel, se basa en la resiliencia que han aprendido a desarrollar los integrantes del camarín rojo, al igual que el hambre de triunfo y la convicción.
La voz del experto
“Es un sello que Jaime transmite y nos pide a todos que implementemos en nuestro trabajo en el cuerpo técnico, desde las distintas áreas de nuestras disciplinas y la ciencia del deporte. El público va a ver siempre a Ñublense en esa condición. Por eso esa frase que yo decía. La gente va a ver a Ñublense agachando la cabeza solo para recibir medallas y si no es así, no la va a agachar. Luchará permanentemente. Hay un dato fundamental. El jugador se deja entrenar y sabe lo que quiere. La disposición del plantel es absoluta. Jugado un tercio del torneo, da mucho sentido esto. La credibilidad se gana en cancha. Hay buen material humano. Hemos jugado con 22 ó 23 jugadores, eso para nosotros es una fortaleza”, explica Ponce, valorando la superación de cada jugador y la capacidad para mejorar la tolerancia a la frustración y la gestión de las emociones.
“Todos los jugadores son distintos y estamos trabajando sobre esa diferencia para que tengan herramientas y seguir progresando. Yo siempre les digo que ellos deben tener un control interno y que todos somos responsables del trabajo psicológico. Hacemos sesiones individuales y grupales. Ellos han entendido el fútbol, saber que son 95 o más de 100 minutos. Tenemos jugadores intensos y han aprendido a gestionar sus emociones, con las pulsaciones arriba. La tolerancia a la frustración es lo que nos permitirá seguir en este lugar. La única forma de ganar tolerancia es vivir la frustración, aunque esperemos que sean pocas las frustraciones”, detalla Ponce.
El exceso
El profesional agrega que el futbolista profesional o en general el deportista de alto rendimiento, debe aprender a convivir con el exceso.
“Todos los jugadores y el deportista competitivo tiene que aprender a convivir con el exceso. Para ser deportista competitivo hay que ser excesivo. En el cuidado, la alimentación, el descanso, en el entrenamiento, pero también en los excesos, cuando salimos de esto. Este grupo está recién asomándose en Primera, donde hay que canalizar las emociones. Queremos trabajar con jugadores profesionales y no titulares. Y no de 90 minutos sino de 10 o más horas. Que entiendan que son profesionales no porque jugaron, sino que porque trabajan día a día, cómo los suplentes que permiten que los entrenamientos sean intensos y permitan que los titulares entrenen y jueguen a gran nivel. Ese ímpetu ganador debe seguir y ser canalizado”, subraya.
“Este torneo será una montaña rusa. En algunos momentos estaremos arriba y quizá en otro, nos preguntaremos porqué me subí a esta montaña rusa. Pero terminaremos disfrutando los objetivos en un torneo largo. Lo primero es saber dónde estamos y en eso Jaime (García), no se pierde, quien siempre pide que demos todo. A final de año veremos la raya para la suma, pero el jugador y el cuerpo técnico trabaja con convicción y se entregan al objetivo”, sentencia Ponce, la mano invisible del trabajo psicológico en Ñublense, un equipo que aprendió a no agachar nunca la cabeza.